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segunda-feira, 27 de dezembro de 2010
XIN XU LIN NÃO É CASUALIDADE
El triunfo del brasileño Xin Xu Lin en el Gran Premio Carlos Pellegrini no debe tomarse como una desgracia o como un eslabón más entre las derrotas de los caballos argentinos en nuestras carreras más importantes, y por lo tanto con mejores premios. Debe servir para que se tome conciencia de la realidad y discutir si se la quiere modificar o sostenerla tal como es.
El turf de nuestro país creció sobre la base de un prestigio admirado en toda América del Sur. Somos los referentes hípicos de la región, mal que nos pese ahora. Y esa escuela, que se construyó con lo más destacado de la genética europea y sus tradiciones; con hipódromos también europeos, de pistas extensas; con centros de entrenamientos al estilo del Viejo Continente y con profesionales que trabajaban en consecuencia, fue dejando paso a la referencia de los Estados Unidos. Un paso inevitable.
Pero lo que empezó como un sistema de aplicación esporádica, continuó avanzando y ahora la tendencia es inversa: la modalidad norteamericana domina en los haras, en las programaciones de los hipódromos y, con algunos matices, en el entrenamiento. Algo que está a la vista: la genética proviene en su gran mayoría de América del Norte; el promedio de distancias descendió, y los preparadores, con la cuota que les corresponde a los propietarios, cada vez más urgidos en recuperar la inversión, ponen más el ojo en la precocidad. Y precocidad implica velocidad.
Este Pellegrini mostraba en su nómina a Life of Victory, por cuarta vez en su historia en esta instancia, después de cosechar un triunfo y un segundo puesto. Y a Lingote de Oro, que hubiera competido por tercera vez, de no haber sido por la lluvia que dejó el césped hecho un fango. Las apariciones de fondistas de alto nivel o su formación en la pista y el ejercicio se han vuelto tan esporádicas que los veteranos están vigentes y con pretensiones.
El segundo a dos cuerpos de Xin Xu Lin fue para otro ejemplar nacido en Brasil, Send Inthe Clowns; después aparecieron los argentinos. Y no quedaba otra: los dos únicos caballos nacidos fuera del país terminaron arriba.
Fuego e Hierro, a los 4 años, todavía puede aspirar a ser un caballo importante, al menos una temporada más, y en Malhechor Int, de 3 años, queda una expectativa similar, en especial para los clásicos de césped. Demoró un poco en iniciar su arremetida final el hijo de Gradepoint, pese a los esfuerzos de Horacio Betansos en la montura, pero está en el camino.
El experto Antonio Tassitch nos pone en autos sobre un dato del pedigree de Xin Xu Lin. La línea de su madre, Barbiera, nos lleva a una yegua argentina, Aureole, por Gulf Stream y Anka. Aureole es propia hermana de Anisado, un caballo que defendió los colores del stud Palermo en la segunda mitad de la década del 50 y fue segundo en el Gran Premio Brasil, el Pellegrini de ese país, además de ganar aquí la Copa de Oro, entre otras pruebas. Este fondista, al que entrenaba Angel Penna, incluso realizó una excelente campaña en los Estados Unidos.
Ese flujo de genes, cultivado en la Argentina para el largo aliento, se esparció por América y, desde hace algunos años, está volviendo desde Brasil, principalmente, en forma de caballos resistentes, fuertes, para que empiece a revertirse la tendencia y el dominio ya no sea tan absoluto desde nuestro país. Y es algo que se percibe en el mundo: hasta la Dubai World Cup, este año, tuvo un ganador brasileño en Gloria de Campeao.
Acá se siguen produciendo caballos de calidad, sin dudas. Aquí actúan padrillos sensacionales, como Giant’s Causeway, dos veces líder de la estadística en los Estados Unidos; Orpen y Mutakddim. Sin embargo, parecería que en el camino se está sacrificando aquella raza que se formó en los primeros 100 años de la hípica argentina y que generaba caballos que podían afrontar exigentes campañas, con muchas más actuaciones que los actuales.
El Pellegrini volvió a ser una muestra de que la aparición de un caballo para las carreras más largas, las ilustres e históricas, es más casual que causal. Si ese rumbo continúa, habrá que aceptar resultados como el de nuestra máxima competencia como una circunstancia deportiva que deberá dejar de llamar la atención.
Por Gustavo Gonzalez
Photo by caballosdelmundo.com / Carina Escamez
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